Entrevistas con ilustradores: María Simavilla
23 Jan 2018
Hora de volver con nuestra serie de entrevistas, que hemos tenido un poco abandonada con el lío de montar la expo del Cinema Challenge, además de estar en Ilustrísima y en Ilustrasal.
Fue justamente en éste último evento donde conocimos a María Simavilla. María es de Salamanca y trabaja ilustrando para publicacidad y el sector editorial, con clientes como Anaya, Edelvives, SM, Edebé, Caja España o Seguros Pelayo. Tras asistir a su charla en Ilustrasal y hablar con ella sabíamos que podíamos tener una entrevista espectacular en el blog. Y como veréis, ¡no nos equivocábamos!
Cuéntanos un poco sobre ti: ¿cómo has acabado en el mundo del arte y la ilustración?
Más que un "acabar en" lo mío fue un "empezar y no parar". Fui una de esas niñas repelentes (aunque mi madre asegura que no lo era para nada) que siempre supo qué quería hacer y qué quería estudiar cuando fuera mayor. Aunque por otro lado no tenía ni idea de cómo iba a materializar ese amor por el dibujo y el arte en el plano profesional. A mí lo de "trabajar" siempre me sonó fatal, yo sólo quería dibujar y que me dejasen tranquila (casi como ahora). Lo malo es que tarde o temprano me iba a tocar ganarme el pan de alguna manera.
Por suerte, descubrí la ilustración como vía profesional durante la carrera. Estudié Bellas Artes en Salamanca y mi primera toma de contacto con esta disciplina artística llegó gracias a la asignatura que impartía entonces Miguel Ángel Pacheco. Fue un flechazo instantáneo y desde aquel momento me puse manos a la obra para, algún día, poder formar parte del gremio. Recuerdo que el último día de clase, cuando fui a recoger mis trabajos, Pacheco me dijo algo así como "Podrías ser ilustradora, pero vas a tener que trabajar mucho". Así que pensé "Pues si eso es todo, vamos allá". Y eso es lo que hice entonces y lo que continúo haciendo cada día.
¿Cuáles son tus principales influencias, y los artistas que más te han marcado?
Algo que he tenido siempre presente durante mi formación es la firme convicción de no querer parecerme a nadie en particular, por eso me resultaría complicado señalar a un autor o autora concretos como los culpables de que yo trabaje como lo hago. Es inevitable que te influya el trabajo de otros compañeros, sobre todo a nivel técnico ya que aprendemos unos de otros, pero creo que es importante tener tu propia voz.
Al terminar la carrera, mientras trabajaba para generar un portafolio digno, llevé un blog que en el que hablaba de ilustración y de ilustradores que me encantaban y que me encantan. Publiqué el trabajo de cientos de ellos, algunos muy conocidos y otros no tanto. Todos ellos eran fuente de inspiración y toda esta recopilación de trabajos e imágenes fue un ejercicio del que aprendí muchísimo. Pero lejos de todo lo que me hayan podido influenciar esas fuentes, que han sido muchas y de estilos muy dispares, haciendo balance y mirando con cierta distancia, creo que los autores que más me han marcado casi inconscientemente son los que ilustraron mis libros favoritos de la infancia. Sobre todo ilustradores ingleses como Quentin Blacke o Patrick Benson, que ilustró mi adorado "La princesa peleona". Aunque ésta es una influencia más de "carácter" que de estilo o linea gráfica, lo noto en los personajes que dibujo y en la atmósfera en que éstos se mueven. Es algo sutil, pero es un poso que está ahí y que acompaña desde siempre a mis dibujos.
Tu producción es principalmente digital: ¿nos cuentas como es tu proceso? ¿Combinas técnicas tradicionales y digitales?
Procuro que al menos el primer paso del proceso siga siendo tradicional, por eso los bocetos suelo trabajarlos a lápiz, a no ser que tenga poco margen de tiempo, en cuyo caso recurro a la tableta gráfica directamente. Aún así, necesito mantener el contacto con el papel y es verdad que cada día tengo más ganas de mancharme y hacer más cosas fuera de pantalla.
Una vez he escaneado estos dibujos, paso a dar color y el proceso es de alguna manera similar al de entintar con una mesa de luz. Abro ese boceto en una capa que tomo continuamente como referencia y redibujo y coloreo en Photoshop. Hace unos años, este proceso de "redibujado" lo hacía en Illustrator y después exportaba el resultado a Photoshop para añadir texturas, pero a medida que mi trabajo ha ido evolucionando me he centrado más en colorear únicamente con Photoshop y he dejado las anclas y los vectores aparcados. Me resulta más estimulante y siento mi mano más libre.
Trabajas principalmente para el mundo editorial. ¿Cómo es ese mundo? ¿Qué tiene que tener un cliente y un encargo para que te sientas cómoda y motivada con él?
Pues el mundo editorial es una máquina enorme que se mueve a una velocidad vertiginosa y yo sólo soy una minúscula pieza (el muellecito más pequeño que pueda existir) metida en medio de todo ese engranaje. No sé, a veces abruma un poco la velocidad a la que se mueve actualmente el mercado editorial, hablo como consumidora y como partícipe del mismo. Da la impresión de que se produce mucho más de lo que cualquier consumidor medio puede abarcar en toda una vida, y eso es maravilloso y terrible al mismo tiempo. Porque una piensa en hasta qué punto es sostenible esta superproducción.
Dándole vueltas a este tema me horrorizo por varias razones, una de ellas es que yo soy una de las muchísimas personas que viven de ello y de alguna manera me veo atrapada en el ritmo que marca esta máquina de consumo tan bestia. También me preocupa la cantidad de buenas historias, ilustradas o no, que pasarán desapercibidas por no haber reposado los suficiente en librerías o bibliotecas, o la velocidad a la que nos vemos obligados a trabajar muchas veces tanto escritores como ilustradores, o los mismos editores. Da la sensación de que los calendarios son cada vez más ajustados y eso va inevitablemente en detrimento del nuestro trabajo. A veces parece que estuviésemos alimentando a un dragón con un hambre insaciable, con una sensación constante de "no llegar".
Ese sería del lado feo, pero también hay una cara bonita y romántica que tiene que ver con lo que de verdad importa, que es contar y compartir historias. A veces te llegan textos estupendos para ilustrar que se convierten en un regalo más que en un trabajo. Y entonces, a pesar de tener que lidiar con estas "deadlines" a veces infernales, te acuerdas de por qué haces lo que haces y te reconcilias con la profesión. Si detrás de un texto maravilloso hay una editorial que mima su trabajo y confía en el tuyo, todo marcha sobre ruedas. He tenido la suerte de trabajar en varias ocasiones con fantásticas editoras que me han dado plena libertad y confianza. Eso para mí es fundamental para dejar que la creatividad fluya sin barreras, trabajar motivada y disfrutar del proceso. Y esto último repercute directamente en el resultado final, lo tengo más que comprobado.
No sólo te mueves en el mercado español, sino también en UK y otros países: ¿cómo ha sido la experiencia? ¿Qué diferencias hay entre uno y otro mercado?
La verdad es que me muevo mucho más en el mercado español, mis colaboraciones a nivel internacional han sido más bien puntuales. Ahora mismo sí que estoy trabajando en un proyecto con una editorial noruega y la diferencia más notable entre ésta y otras editoriales españolas similares es el presupuesto. Se paga bastante mejor fuera que dentro, eso es así. Por eso hay que hacer lo posible por abrirse también al mercado internacional, aunque sea una tarea en principio más complicada. Sé que se manejan también otros tiempos, pero eso supongo que dependerá también de en qué campo te quieras mover, yo tendré que ir descubriéndolo poco a poco. A ver si me sale bien.
Y por último: ¿algún consejo para la gente que esté empezando en el mundo de la ilustración?
Pues, para empezar, el que me dieron a mí. Que trabajen, que trabajen mucho, y que no se desanimen ante las negativas o las puertas cerradas. Que no trabajen para los demás, para los likes, los followers, las editoriales, las agencias... Que sean egoístas y trabajen para sí mismos, por puro disfrute, que no quieran parecerse a nadie más que a ése o ésa que ven todos los días frente al espejo. Y que tengan paciencia, para todo. ¡Muchas gracias, María!
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